domingo, 4 de diciembre de 2011

La primera

Encontré esto, desfasado, desplazado en el tiempo y quien sabe por que razón olvidado. Creo haberlo escrito a fines de Mayo:

Hoy me levanté muy temprano a trabajar, a pesar del frío que me ruega quedarme en cama. Puse el calefactor y la sonrisa de oreja a oreja que tenía me acariciaba con su calidez. Fumé un cigarrillo mirando al cerro, la vista al amanecer estaba hermosa.

- ¿Te gusta?- Me pregunté a mí mismo mientras clavaba los ojos en el escogido.

- Creo que sí, y mucho. - Me respondí sin lanzar palabra al aire.

Continúe con mis labores, mientras el pecho se me inflaba y esperaba con ansias la llegada del 20 de Junio. Era la fecha en que tenía la certeza de que ella volvería, por mí que lo hiciera cuando le entrara la gana. Su rostro lo tenía grabado en el corazón, como sus colores y lo más relevante para mí; su aroma.

Desde la primera mirada me pareció exquisita, su abrazo tan tierno, la delicadeza de sus líneas, la prestancia de sus movimientos. Su pudor a tocarlos como es debido, por no haber estudiado, me enterneció mucho. Las miradas dudosas en ella me hicieron darme cuenta de que ha sufrido bastante (y quizá aún sufre), aunque ignoro el por que. Le mostré todos los que habían, no me guardé ninguno. Casualmente estuve a esa hora, y algo me decía “Sé amable con ella, trátala como a una reina”, y así lo hice.

Me contó que había visto montones de ellos y ninguno se acomodaba con sus exigencias, tenía que ser más chico y además cómodo. Era difícil encontrar algo así, pero casualmente este había llegado a mis manos no hacía mucho.

La madre, presente y ausente a la vez, no percibía la magia, se estaban creando vínculos increíbles allí. Preguntaba de forma concreta como poder hacerse propietaria del crío y si la podía esperar para ver que opciones de pago existían. Luego desapareció para ir a conversar con el jefe.

Me contaba ella de sus actividades, profesores y filosofía de vida. ¿Qué opinas tú?... De esto y aquello preguntó. Curiosa, inquisitiva, con grandes fortalezas y potenciales que ignoraba por completo sobre ella misma.

Su aroma fresco y dulce, tan cerca, que ganas de abrazarla y de decirle, oye, vamos a pasear. Tomar su pelo y transmitirle lo que despierta en mí, tomar su hermosa mano y darle miles de besos. Pero no se puede hacer eso con los clientes de buenas a primeras. Buscó una foto, según ella me parezco a un artista. Me dio un poco de risa pensar en eso, no creo ser más que un artesano común y corriente.

Que ganas de sentirla cerca, ¿No será muy pronto para pensar en esto?. Nunca me he sentido enamorado, pero alguien, algo o ambos me dice que el día de ayer fue especial y decisivo en ese sentido. ¿La veré de nuevo? No lo tengo claro, pero me agradaría más que nada en el mundo. ¿Podremos ser amigos? Ojalá, eso mínimo.

Cometí un error en mi trabajo, por estar distraído. Pero no hago berrinches sino que lo soluciono raudamente. La próxima vez le voy a enseñar cosas de mi trabajo y conversaré más con ella. Hay un velo de misterio que la envuelve y me encanta.

Llega el jefe y sin saludar pregunta:

-¿Te gusta?

Mirando al elegido le digo – Creo que sí, y mucho.

jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Salgamos?

Había pasado un buen tiempo de que ella no se comportaba así.

-Vamos, vamos a jugar abuelo. Decía la niña mientras le tiraba insistentemente de la manga.

El anciano, impertérrito, no parecía conmovido en lo más mínimo con el entusiasmo de la niña.

- Por favor, vamos a jugar, hay mucho sol. Me encanta jugar cuando hay sol, no te lo puedes perder.

Con su experiencia y su paciencia el abuelo disfrutaba de leer un buen libro de cuentos y siempre lo acompañaba con jugo de alguna fruta hecho por él mismo. Las tardes le parecían más largas a medida que iba envejeciendo y hoy se sentía un poco desanimado.

- ¿Por qué no quieres ir a jugar afuera?- Preguntaba la niña con cara de asombro.

El hombre que había sido, ahora se cansaba con facilidad. Había perdido la fuerza y el arrojo que de joven tenía, y es que algunas experiencias que pasan dentro de la mente también se expresan en el cuerpo.

Introspectivamente recordaba esas tardes en el patio de la casa de su bisabuela, comiendo ciruelas, haciendo un pic-nic bajo un sauce. O quizá jugando fútbol sin zapatos, o lanzándose nueces recién caídas con sus primos, juego que terminaba casi siempre cuando el menor de ellos recibía un impacto.

Haciendo sus primeras declaraciones de amor, más tarde, dando sus primeros besos, más temprano. Bañándose desnudo en el río, corriendo de la misma forma por los prados. Ya había hecho todas esas cosas, podía contárselas a la niña con lujo de detalle, pero no sería suficiente para ella. Su energía estaba un poco reprimida, no es que no quisiera salir, no podía dado su estado de salud.

La niña, por el contrario, desbordaba una energía exuberante y que a ratos parecía descontrolada. Obviamente, para los niños es un estupendo panorama pasar los ratos libres fuera de casa, conociendo el mundo. Y ella justamente eso quería, nadie le había dejado disfrutar y sentirse feliz, que es lo que todos quieren. ¿Quién no? Pensaba el abuelo. Y seguía recordando. La niña se empezaba a impacientar al no obtener respuesta del sujeto. Ella le quería mucho, pero como pasa cuando las distancias de edad y de idea son amplias no lograba entenderlo.

-Tata, ¿es qué acaso no te gusta el aire libre?

- No, cariño, sabes que vamos seguido a jugar afuera. Es solo que hoy no tengo ganas.

- Eso no puede ser.

El abuelo la miraba, ¡como estaba de grande la chiquilla! La conocía desde siempre, de que la llevaron un día a su casa siendo un bebé. La recordó llorando mientras él la tomaba en brazos, se le vino a la cabeza una imagen de ella tirándole los bigotes. También de cuando aprendió a caminar y de cómo él la ayudó en el proceso, seguía viéndola así, dependiente y desvalida. Pero nuestro vetusto amigo pasó por alto un detalle no menor, lo niños crecen. Unos rápido, otros no tanto. Y la pequeña ya no era tan pequeña, por el contrario, era una chica privilegiada en madurez y habilidades con respecto a la gente de su edad.

Pensaba en alguna solución al ver a la niña hacer berrinches, berrear y llorar. Sabía que la muchachita quería salir, pero a él su cuerpo no se lo permitía. Y como hombre obediente que siempre fue no podía mostrar descompostura, según los padres de la niña.

“Recuerda que a tu edad el ejercicio excesivo no es bueno”, “Abríguese y acuéstese temprano”, “Yo le ayudo, usted no puede solo”, “¿Y todavía puede cocinar”, “Cuidado con el escalón” y tantas otras frases que estaba aburrido de escuchar (él ignoraba que aún así moldeaban su manera de ver la vida), se le vinieron a la cabeza.

La niña golpeaba con fuerza la puerta, y aunque habían objetos que le hubiesen permitido alcanzar la cerradura no los usaba por no desautorizar a su abuelo.

- Salgamos, abuelo, ¡por favor!

Sentía que la niña necesitaba salir y el también, pero…“Se puede resfriar, cuídese”…algo se lo impedía en cuanto intentaba sacar energías para acompañarla.

Aunque tenía la noción de que la niña no debía salir sola,…“Cuídemela mucho, no la deje solita”…pensó al mismo tiempo en que estaba lo suficientemente grande como para buscar amigos, jugar, correr, saltar, mancharse y reír.

- Tus papás no te dejan salir a jugar sola, ¿verdad?

La niña asintió. Y era cierto, sus padres habían estado sobre ella diciéndole quienes podían ser sus amigos, llevándola al colegio, eligiéndole la ropa, imponiéndole respuestas ajenas a preguntas de eventuales extraños que pudiesen abordarla.

El abuelo giró la chapa de la cerradura, e inmediatamente le dolieron los brazos y algunas articulaciones, pero era eso o que la puerta permaneciera cerrada. La niña salió corriendo con entusiasmo. Mientras veía la figura rauda recorrer el enorme parque pensaba en las ganas que tenía de poder correr de nuevo como ella… “No se apure tanto, le va a subir la presión”. Se le llenó el pecho al divisarla, cada vez más lejos, conversando con otros niños, viviendo lo que le habían impedido vivir. Sabía que podía caerse y lastimarse, pelear con otro infante allí presente, llegar de vuelta con la ropa rota o descosida y que eso le traería consecuencias…”Si se porta mal tenga mano dura, Ud. es muy permisivo”… con su hijo y su nuera, pero no le importaban los regaños.

La niña estaba muy feliz, y aunque no pudo jugar con su abuelo, en el fondo de su corazón le agradecía el haberla dejado salir con un saludo distante, pero cargado de cariño.

Él la seguiría observando un rato, pero tendría que entrarse luego producto del frío…”No le vaya a dar un aire, oiga”… que sentía. Le lanzó un beso con la mano y la niña le devolvió una sonrisa. Con su acervo de años tenía claro que cada vez era menos probable que jugaran juntos, pero seguiría siendo siempre su nieta favorita. Tenía la certeza de que cuando la pequeña se transformara en mujer sería con la única con quien leería sus libros y tomaría jugo, de ese exquisito que solo él sabía hacer.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Homínido

Vivió hace 15 millones de años.

Restos milenarios de un importante primate llegan hoy a nuestro país.

Hallado en los bosques del Noreste de Zimbabié, zona donde habitaba, este simio de hábitos diurnos escalaba los árboles y construía allí su morada. Descubierto por paleontólogos del mencionado país, resulta un homínido muy peculiar a causa de sus avanzadas habilidades cognitivas y motrices, con capacidades matemáticas y verbales muy superiores a las del Homo Sapiens. A pesar de sus notables dotes su escaso interés por el gregarismo y la socialización, además de la casi nula atención al sexo opuesto, mermaron drásticamente su esperanza de vida. Adicionalmente estas variables, en conjunto, hicieron que se extinguiera sin dejar rastros ni eslabones posteriores en la historia de la evolución.

Se trata de un ejemplar joven, macho y primo lejano de los homínidos, familia que incluye al hombre.

Markus Zimmermann, director general del Museo Histórico Natural de Zimbabié señaló: “No basta ser inteligente en lo abstracto, también hay que serlo en lo práctico”.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Razones

¿Por amor?… Quizá es el calor del verano que entra por la ventana. Tal vez el frío que paso en las noches y que siento por dormir sin pijama. Puede ser también que tengo menos tiempo por el exceso de trabajo. No descarto tampoco que sea por que no tengo distracciones en estos momentos. Alguien puede opinar que es para olvidar las penas. Otros podrían decir que es para dejar mis vivencias guardadas en la memoria y evitar que se hagan difusas. Posiblemente es por las noches de insomnio. Acaso es por que mi perro ladra mucho. Eventualmente influye la guitarra de mi vecino que comienza a sonar a altas horas de la madrugada. Un punto de vista elogiable es que mi objetivo sea demostrarle al género humano que todo se puede lograr en la vida. Tiene una alta probabilidad de ser cierto el que quiera distraerme y por eso lo hago ahora de forma más periódica. Otra probabilidad, más alta aún, es que lo haga por amor a una mujer que me inspira. Es dramáticamente incierto que sea por pasar el rato. A menudo creo que es necesario para sublimar mis emociones. De modo conciso, tú quizá eres la potencial responsable de todo esto. Me señaló un amigo que era para elevar el espíritu y trascender. Mi hermano me dijo que tengo una pluma privilegiada y si me gustan los halagos, es una explicación plausible. Un personaje me comentó que era para imitar estilos (el de ese mail maldito está imitado aquí). Para dominar la técnica es un argumento razonable, en vista de que tan seguido me acerco a este arte. Escasamente señalaría que es por la fama y el prestigio. Siento que es preciso para cultivar mis talentos y superarme. El alma me explica que es para trascender. Que es para meditar sería la opinión de un budista, para llegar al cielo la de un católico. Pero no soy ni lo uno ni lo otro. Por ventura es para lograr una plenitud mental y corporal. A lo mejor lo hago para escapar de la rutina. Casualmente me entrego a esta actividad para crear mundos paralelos o perfeccionar los que ya existen ¿Mencione cómo alternativa el amor? Seguramente es una razón de peso…

¿Y si no hay una sino varias y todas las razones?

En resumen, no sé por que escribo; ¡¡¡carajo!!!

jueves, 24 de noviembre de 2011

Advertencia


Hace una par de días oí esto en la casa de algún amigo. Ante las constantes interrupciones que el macho alfa presente hacía con respecto al acto culinario ritual previo al almuerzo, la madre le señala controlada y sin bolina:

"Sal de mi cocina o llamo a los pacos".

Precisa, concisa y eficaz frase.

sábado, 15 de octubre de 2011

Días

Hay sinceramente días en los que no existe nada para sacar desde dentro, períodos oscuros en los que la inspiración no llega y la disciplina no es capaz de enviarle una invitación atractiva. Es en esos momentos es cuando busco por todos los rincones, por cada rendija llena de polvo, detrás de las cortinas y debajo del gato una idea a la que poder sacar provecho.

Hay días en que fluyen por sí solas y se ponen delante de uno, casi tapando la propia imagen proyectada imperfectamente en el espejo. Esperan un pequeño empujón que las traiga al mundo y las haga públicas.

Hay días en que se ocultan. Juegan, mutan y cambian, pero no pierden por completo su esencia. En la mañana son una y en la tarde otra, quizá para la noche ya se vistan de gala y bien maquilladas salgan a pasear por los campos vastos.

Hay días para los que no hay explicación y más vale ignorarlos por completo. Comienzan desganados y marchitan más rápido de lo que uno podría creer, ninguna siquiera piensa en aparecer, peor aún, el más mínimo esfuerzo por integrarlas resulta doloroso e incómodo. Más vale dormir.

Hay días para los cuales uno no está preparado y de los que siempre una porción es poca. Van y vienen, desfilan, transmiten su energía y no las logro retener. Son más rápidas que la velocidad en que hablo, tecleo o incluso pienso. Esos son los mejores, los que más disfruto. Ellas se mezclan, hacen alianzas, me superan en número y me lo hacen sentir. Me absorben rápidamente y tengo que dedicarles mi completa atención, de lo contrario podría perderlas para siempre.

Hay días en que recuerdo a las que se han ido. Esas que me visitan en momentos no indicados. Mi bolsillo porta siempre (bueno casi siempre) un lápiz, pero no en todas las ocasiones hay donde escribir. Buscar un papel las espanta, la tinta no siempre fluye y se aburren, viene una palabra ajena y las envenena, la piel no es un formato de soporte confiable y al parecer les da alergia. Su vida es tan efímera y frágil, siempre es más fácil matarlas que mantenerlas sanas y salvas.

Hay días en que me quedo saboreando alguna, propia o importada. A veces me las quedo solo para mí, pero no suelen gustarles las personas posesivas, pronto desaparecen. A veces las escribo, a veces las comparto con alguien más. Me terminan desconociendo y se quedan con otro que las hace sentir más queridas y les da lo que merecen; respeto y proyección.

Hay días en que las limpio, las ordeno y las cepillo. Nada mejor que una de ellas bien lustrada y brillante. Precisa precaución un punto, hay algunas que ni ordenadas ni lavadas a fondo resultan bellas. De esas hay que deshacerse luego, pues muchas veces se pegan a lugares del cuerpo que más tarde duelen. Principalmente eligen el corazón y lo punzan. Puede que hagan picar los ojos y llorar descontroladamente. Otras prefieren activar de forma contundente las cuerdas vocales y nos hacen gritar. En fin, se manifiestan de distinta forma, pero casi la totalidad de las veces con sensaciones desagradables para quien las usa.

Hay días en que ando distraído y se me escapan, como ahora. Estaba hablando de cuando las limpio y me alejé del punto. Cuando están brillantes son hermosas, transmiten energía a todo el mundo. Tienen un carisma increíble y alegran a las personas, son muy cariñosas. Cuando las acaricio no siempre sé si son mías o si lo seguirán siendo. Las junto en pilas, aunque a algunas las dejo ir para sean libres. Pongo unas pocas más cerca, otras las alejo por un tiempo. Siempre caben más y más, es increíble como se hacen espacio a pesar de que las hay de todos tamaños y colores.

También hay noches, pero las que allí veo suelen no gustarme. Son versiones más alocadas que sus hermanas diurnas. Salvajes, juguetonas, intrincadas. No puedes explicar de donde vienen ni adonde van. Creo que ya están aquí, las empiezo a sentir vecinas al cerrar los párpados.

domingo, 2 de octubre de 2011

Correspondencia

Carta dirigida por Felipe Vieuxtemps Correa (Río Pirihueico 454, Santiago) a Andrés Carin Arteaga (21 Norte 1958, Talca).

22 de Febrero de 2003

Hace ya una o dos semanas que el aire en esta zona se mantiene bastante contaminado y el calor es sofocante, esto ha provocado importantes mermas en mi salud. Espero que Ud. Comprenda que ésta razón y el excesivo trabajo que he tenido que afrontar durante este período me han hecho muy difícil poder responder a sus misivas, las que agradezco de sobremanera.

Mi editora, Kaori, me ha hecho llegar sus últimos manuscritos. Acerca de su novela debo felicitarlo por lo pulcro y bien logrado que está el material. Me asombra exquisitamente la habilidad que posee para moldear las personalidades y el carácter de cada uno de sus personajes. Mi instinto me dice que sin duda alguna me encuentro frente a una obra maestra y, en consecuencia, voy a ayudarle en lo que me sea posible para sacar adelante su proyecto. Por ahora creo pertinente que haga revisiones sobre la cronología de algunos hechos que aparecen en la parte media del libro, ya que hay confusiones sobre los días, horas e incluso meses en que suceden. Ahora bien, si es un recurso intencional resulta muy interesante, aunque personalmente creo que no será un detalle accesible para el público masivo por la complejidad de la trama (recuerde que estoy pensando en traducciones de la obra, idea no descabellada para la calidad que ostenta, las que harán menos comprensible el guión para los lectores que no conozcan nuestra lengua).

Sobre el conjunto de relatos breves que según tengo entendido ha titulado La feria no tengo noticias aún, para ser sincero no he podido abordarlo con la calma que merecen.

Pasando a otro punto, si conozco a Alex. Es un grandioso guitarrista y un inigualable ser humano. Si tuviera que definirlo sería con la palabra integridad. Es muy grato saber que Ud. Ha tenido la posibilidad de conversar con él y además idear trabajos en conjunto. No desperdicie esta oportunidad por nada del mundo y aprenda todo lo que esté a su alcance.

Si tiene planeado venir a la capital podríamos reunirnos a tomar té Ud., Alex y yo, si es que no le incomoda en alguna forma.

Adjunto con esta carta dos invitaciones para mi obra Las hermanas del mar, le ruego me comunique inmediatamente si es que requiere una cantidad mayor o si ante alguna eventualidad no recibe las que he enviado.

Con mis más respetuosos saludos,

Felipe Vieuxtemps Correa